Si lees noticias sobre tecnología habrás oído hablar del Internet de las cosas. Se dice que el IoT (Internet of Things) está revolucionando la forma en que interactuamos con la tecnología y que cambiará la manera en la que vivimos nuestras vidas.
Como muestran las cifras recopiladas por Statista, el crecimiento del Internet de las Cosas ha ido en aumento durante los últimos años y está previsto que se dispare en uno o dos años, con empresas y consumidores que adoptarán esta tecnología inteligente a gran escala.
Suena bien, ¿verdad? Pero todo esto plantea la pregunta de qué es realmente el Internet de las cosas, más allá del discurso de marketing pronunciado por los CEOs y las definiciones en blogs tecnológicos.
En esta entrada, vamos a ver cómo funciona el Internet de las Cosas y si realmente va a cambiar nuestras vidas.
¿Qué es el Internet de las Cosas?
En resumen, las «cosas» en el Internet de las cosas son los objetos que forman parte de tu vida cotidiana y que están conectados a Internet. Es una definición simple. Así que piensa en el termostato que es controlado desde tu smartphone o en una cafetera que se enciende automáticamente cuando te despiertas.
Hay multitud de ejemplos para elegir cuando empiezas a mirar proyectos de IoT en desarrollo y todos ellos tienen una cosa en común: en todos los casos, los dispositivos de tu casa, de tu oficina y de tu bolsillo son capaces de «comunicarse» entre sí y de tomar decisiones limitadas basadas en esa información.
Dicho esto, deberías tener una idea razonable de lo qué es el Internet de las cosas. Echemos un vistazo a lo que puede hacer.
Aplicaciones
Los beneficios del Internet de las Cosas se encuentran principalmente en la industria. En cierto modo, el hecho de que las máquinas se comuniquen directamente entre sí, sin la intervención de personas, ha provocado un aumento de la producción. Actualmente algunas fábricas funcionan básicamente solas, con máquinas que se dicen qué necesitan y cuándo lo necesitan.
Aunque estamos ante un punto polémico debido a la destrucción de empleos, hay que señalar también aquellos que se crean como consecuencia del diseño, programación y desarrollo de estos dispositivos y máquinas, y también las ventajas que aportan a los empresarios, permitiéndoles producir más a un menor coste. El auge de los robots, que va a influir en el mercado laboral con bastante fuerza en las próximas décadas, se debe en gran medida a la tecnología del IoT.
Para la gente corriente los cambios son menos obvios, pero podemos esperar que cada vez más objetos cotidianos puedan controlarse a distancia, por ejemplo, a través del teléfono. Después de todo, ¿Para qué tener un mando a distancia cuando contamos con un dispositivo digital capaz de transmitir vía WiFi en nuestro bolsillo (y en nuestras manos) todo el tiempo?
Dado que los chips de control son del tamaño de una cabeza de alfiler, casi todos los objetos imaginables podrían formar parte del Internet de las Cosas. Si crees que el termostato controlado por teléfono y la nevera con memoria son un gran avance, espera a que lleguen a España las tiendas que no necesitan personal porque todos los productos se comunican con caja y esta se conecta a tu móvil. Las posibilidades son infinitas.
¿Cómo funciona el Internet de las cosas?
En esencia, el Internet de los Cosas forma parte de una gran nube. Aunque el diminuto chip de la cafetera por sí solo no puede hacer nada, gracias a la conexión WiFi con un ordenador -u otro dispositivo- es tan inteligente como cualquier superordenador. Es decir, la inteligencia de ese chip reside fuera de su propio «cerebro».
Imagina que en un examen tuvieras que enfrentarte a una ecuación muy complicada y que durante unos segundos pudieses tomar prestado el cerebro de Stephen Hawking. Piensa en todas las cosas que podrías hacer si tuvieses ese don. Los dispositivos que forman parte del Internet de las Cosas pueden hacer exactamente eso.
La cafetera en este escenario es la parte física del IoT, la que físicamente tienes en tu casa. Por encima se sitúa la nube, en la que todas estas máquinas interactúan entre sí. También existen protocolos de comunicación para que tu coche pueda o no enviar mensajes a tu cafetera y viceversa.
Todo se controla a través de un equipo, probablemente una app en tu teléfono o tablet. Lo ideal sería que una única app te diera una visión general de todos los dispositivos IoT que tienes, pero en la práctica probablemente tendrás una aplicación ejecutándose para cada dispositivo que posees, al menos hasta que algún genio encuentre la forma de combinarlos todos.
Estos conceptos del Internet de las Cosas no son difíciles de entender. A continuación vamos a ver qué hacen estos dispositivos con la información que recopilan.
El Internet de las Cosas, análisis y aprendizaje automático (Machine learning)
Un dispositivo IoT conectado todo el tiempo podría correr el riesgo de experimentar una sobrecarga de información. Como hemos comentado deja el «pensamiento» en manos de una nube, ya sea esta un conjunto de dispositivos o un superordenador.
Aunque los datos se procesen en la nube, es el «cerebro» del dispositivo IoT quien debe ordenar y decidir lo que es y lo que no es relevante.
Volvemos con nuestra vieja amiga conectada al Internet de las Cosas. La cafetera puede usar la información del despertador para saber a qué hora te levantas por la mañana, pero saber que tu coche tiene poca gasolina no le va a servir de nada.
A través de un proceso de análisis, el cerebro del IoT decide lo que necesita saber y lo que no. Este proceso a menudo es desarrollado por programadores, pero cada vez más se inspira en los propios dispositivos a través de lo que se denomina aprendizaje automático o machine learning.
El aprendizaje automático es un tipo de inteligencia artificial que aprende de su entorno y de los datos que se le proporcionan, y atribuye acciones a sus elecciones de una manera limitada. Sin el aprendizaje automático, habría que programar todos y cada uno de los dispositivos del Internet de las Cosas a mano para afrontar cualquier situación posible; esto es factible para las cafeteras, pero imposible, por ejemplo, para un coche.
Conclusiones
El Internet de las cosas es una tecnología que está teniendo un impacto positivo en nuestras vidas. Se pueden observar cambios en la industria, el sector de la salud, la logística y en nuestros propios hogares. Por otro lado existen riesgos asociados que no deben ser ignorados o minimizados y en los que se debería trabajar estableciendo una legislación específica: destrucción de empleo por la automatización, venta de datos personales, etc.